¿Cómo es enterarse que te vas a morir?

Desde que me enteré que tenía cáncer tenía la esperanza de que esto solo sería un paseo desagradable que pasaría con mi esfuerzo y dedicación. Es verdad que pensé algunas veces que no sería posible salvarme pues me di cuenta que mi enfermedad no era tan simple como imaginaba. El hecho de que es una leucemia de precursores t la hace compleja; no hay muchos casos y se clasifica como de alto riesgo. Alto riesgo de recaída. Sin embargo, tenía lo que pensé sería la última carta por jugar: El trasplante de células madre o de médula ósea. Eso, deseaba, me salvaría finalmente. Infortunadamente la vida es un azar, no sabes cuándo ni cómo va a cambiar. Mi vida dio un giro desagradable, el mismo que viven muchas más personas, no solo con cáncer. Aún no sé para qué yo, siento que saber que voy a morir, aun cuando no sé cuándo, me ha hecho perder el propósito de vivir. ¿Para qué hago algo si igual no va a importar, si igual voy a partir de aquí? Es difícil solo aceptar la situación cuando crees que puedes dar más, que estás hecho para más. 

El día que me dijeron que iría a paliativos, que mi médula se había "dañado", que ya no podría acceder al trasplante porque podía morir en el proceso, una gran parte de mi se derrumbó, se marchitó, se rompió. Nadie sabe cuándo va a morir, pero pensar que la muerte te respira encima, que cada día vas muriendo más aceleradamente te impacta. Sé que lo único cierto en la vida es la muerte. Todos vamos para allá tarde o temprano. Me gustaría que fuera más tarde, que me permitiera cumplir mis planes, mis sueños, mis metas. Me falta tanto por vivir y la vida se me acaba a cada respiro. Estoy enferma y estoy convencida que ya nunca volveré a estar sana. Me queda la dicha de poder despedirme de todas y cada una de las personas que me han acompañado en esta travesía. Me gustaría que me recordaran con amor, sin rechazar que me he equivocado o he tenido errores. Por ahí dicen que no hay malos muertos, que todos al final "son buenas personas". Eso no es cierto, hay personas malas que mueren y hay personas buenas que mueren, quiero creer que soy una persona buena que va a morir por cuestiones del destino. 

He estado un poco afligida, sobretodo porque tengo mucha rasquiña que me imposibilita salir de la cama y querer hacer algo. Gracias a mi amigo y mi hematólogo hoy tomé una nueva medicina que parece surtió efecto y he podido tener un día tranquilo. Es curioso saber que antes corría 21 kilómetros en dos horas y cuarenta minutos y ahora me demoro una hora caminando 1 kilómetro. Mi cuerpo se ha deteriorado con tanta encamada, con tantos químicos, con la misma enfermedad. He estado también muy triste, a pesar de querer comerme el mundo. Quiero tener la posibilidad de viajar, de disfrutar cada día sin pensar en que muero o que me molesta mi cuerpo por los síntomas de la enfermedad. Esta semana tendré varias citas médicas para ver qué más se puede hacer, que otras opciones tengo y si puedo vivir más y mejor. Me duele el alma pensar en morir, no obstante siempre me digo que así como yo hay muchos más y es egoísta pensar en que debería ser otro y no yo. Me tocó a mí y está bien, es duro, nadie puede negarlo, pero es mi realidad, la realidad que debo empezar a abrazar, a amar, a entender, a querer. Quizá nunca lo logre, pero al menos debo intentarlo. 

Estoy tranquila porque tengo una familia que me ama enormemente, que cumple mis caprichos, que me abraza y está para mí sin importar qué. Eso no lo tiene cualquiera, soy muy afortunada de tenerlo. Mi pareja también está aquí a mi lado, soportando la dura carga de saber que partiré antes que él y de que muchos de nuestros planes tal vez no se cumplan jamás. Lo cierto es que esta oportunidad de despedirme es muy importante, muy placentera de alguna forma. No quiero flores en una tumba cuando las puedo recibir ahora que estoy viva... que sé que estoy viva. Los detalles que quieran tener conmigo los aceptaré con agrado. Soy algo romántica; podrían enviarme cartas escritas a puño y letra que expresen su sentir para conmigo. Las flores se marchitan, hay otros detalles. No sé. Los que quieran hacerlo no más me escriben para darles detalles de mi dirección. Por temas de pandemia recibir visitas sigue siendo muy complicado aun cuando quiero ver a muchos. Lo cierto es que no será fácil verlos de frente por eso me parece un gesto interesante el hecho de que me envíen cartas a la antigua o me manden un libro con dedicatoria, ya saben que me encanta leer. 

No voy a morir ya, eso me tranquiliza. La incertidumbre de no saber cuándo también me agobia un poco, lo bueno es que me siento bien hoy, que los síntomas de la enfermedad están controlados y me hace sentir alegre, me hace querer vivir la vida como la pueda vivir. No se despidan de mí todavía, espero tener algunos años más de vida. Solo quería decirles que es horrible que te digan que ya no hay nada que hacer por tí, que vive lo que puedas vivir mientras mueres y eso es lo que pasa todos los días. Todos los días nos acercamos más a la muerte y sin embargo no es lo mismo. Se siente una mierda, una completa mierda. No hay palabras para describir la desesperación que sentí, el miedo, el temor, la rabia, la frustración. Y aquí voy aprendiendo que la vida es un ratico y no puedo pelear contra algo que no puedo controlar. No es mi decisión. Yo no decido esto, yo no lo quiero, solo debo aceptarlo, convivir con la realidad. Y a pesar de todo esto sigo pensando que soy muy afortunada. He hecho casi todo lo que me he propuesto y siento que me he dado de mí a otros. Me gustaría poder hacer más, quién sabe. Esperaré un milagro, no sé. 

Como reflexión final les digo que no dejen nada para mañana, sobretodo los sentimientos malos. Perdonen y amen intensamente. Cumplan sus objetivos en la medida de lo posible. Sueñen en grande. Hagan grandes cosas. Ayuden y piensen en el prójimo. Quéjense hasta por las pequeñas cosas pero vuelvan a levantarse. No se culpabilicen por cosas que no pueden controlar. No sé, párense de cabeza, no desaprovechen la vida y no vivan pensando en lo que los demás piensan de ustedes. Ámense como nadie más puede amarlos. Lo demás es obra del destino o de dios como quieran llamarlo.