Sobre los miedos

Podría decir que lo peor de esta enfermedad son los miedos. Algunos pueden comenzar desde el inicio y otros se irán desarrollando a medida que el tratamiento avanza. El miedo más grande, y quizá más conocido, es el miedo a la muerte; pensar que en cualquier momento el cáncer o la quimioterapia pueden ser letales. Muchas veces he deseado tener otras opciones, infortunadamente para vivir solo hay una. Afortunadamente, tenemos una, pues es cierto que hay otros padecimientos que no tienen cura. Asimismo, como me han dicho reiteradas veces, para morir solo se necesita estar vivoLa proximidad de un evento desafortunado nos encierra en un ciclo continúo de temor. Cuando estamos sanos los pensamientos fatales son mínimos. La muerte es un evento futuro. Cuando estamos enfermos, sobretodo con una enfermedad mortal, la muerte parece respirarnos en la nuca. En algún punto debemos aprender a convivir con el miedo a morir y nunca perder la esperanza de vivir.

Un miedo que al principio me parecía despreciable es el miedo al dolor. Con el paso de los días las quimioterapias, los medicamentos y los exámenes se me antojan desagradables. Una vez me recupero de una sesión me cuesta un poco más volver a sentirme mal. Y eso es quizá lo que más martilla mi cabeza. La desazón de lo que voy a sentir y de cómo me voy a sentir. Me han repetido que esto no es un castigo y que lo hago para preservar mi vida, sin embargo una parte de mí se ve sana, se siente sana. ¿Por qué regresar a sufrir? Es como si no hubiera comprendido el peligro de la enfermedad, que no estaré curada hasta que pasen unos años y la enfermedad no haya regresado. Y aún así, todavía no se sabe qué pueda pasar. 

La soledad ya no es tanto un miedo como un desencadenante o acompañante de malos pensamientos. Es más complejo sentirme bien en la soledad, me toca ser compañera de mí misma y aunque siempre he tenido amor propio es como si por momentos me olvidara de ello. Todo inicia con los dolores. Hay tantos dolores... tantos sentimientos encontrados... Ahora que estoy próxima al trasplante de médula ósea ese desasosiego es más fuerte que nunca. No puede sentirme del todo contenta por ser una de las privilegiadas en cumplir a tiempo cada proceso del tratamiento. Por ser una de los trece pacientes que hay en la unidad de trasplante de médula ósea en La Clínica Marly. 

Desde el punto de vista académico, el trasplante de médula es un suceso increíble, un análisis prodigioso y una biología impecable. Desde el punto de vista del paciente, es una mierda. Será el tormento más fuerte al que me haya y me vaya a enfrentar en toda mi vida, quizá. Serán unos meses difíciles. Intento, con poco éxito, darme ánimo para no temer a lo desconocido, por dejar de recrear en mi mente un futuro incierto. Los nuevos hematólogos me han pedido que sea la mejor versión de mí, la más madura, la más consciente, la más valiente. He aprendido que aún me falta madurar en la parte emocional. Que necesito tomar las riendas de mis sentimientos y no alimentar el bucle de la autodestrucción. Tendré muchos profesionales pendientes de mí: nutricionistas, fisioterapeutas, hematólogos, infectólogos, internistas, enfermeras y psicólogos, porque algunos los voy a necesitar en determinados momentos u otros durante todo el proceso.

Tengo lapsos en que pienso que piden más de mí de lo que puedo dar. Mi mente no está tan preparada como mi cuerpo. Tengo más miedo al dolor que miedo a morir. Sé que es pasajero, que no será eterno, pero cuando pasan días sin mejora, días en donde todo empeora, la mente no parece entender que el amanecer está cerca. Que ya casi conquistamos la meta. Y luego, no sé, luego viviré con los efectos secundarios que tenga y las implicaciones mentales que hayan surgido; aprenderé a controlar los miedos de la recaída, que seguirá siendo una probabilidad. Por ahora eso no es un miedo cercano. 

Me siento bien, me veo bien y sin embargo aún esto no ha concluído. Para mí, a diferencia de otros, esto es una lucha, una lucha pasiva, una lucha mental. Batallamos con el miedo constante y aguantamos el dolor. Hay unos que no están de acuerdo con este término, ya que ¿qué significa "perder" la batalla contra el cáncer? Yo lo razono de la siguiente manera: Cuando "se pierde" la batalla o la lucha al cáncer, no significa que no se haya tenido la voluntad de ganar o que no se haya intentado, debido a que nunca depende enteramente de uno. Hay un factor suerte o Dios o selección natural que es quien finalmente toma la decisión y nos da el resultado. Aunque eso suena a luchar en vano, a que independiente de lo que hagamos o lo que pensemos nuestro destino ya está escrito. Y no. Tenemos la capacidad de contribuir un poco, de aumentar un poco la probabilidad de vivir, de sanar, de curarnos, por medio de la forma en que llevamos el proceso: Siendo juiciosos, atendiendo indicaciones, siguiendo las recomendaciones. Y de todos modos, si "perdemos" no es culpa de nosotros y si "ganamos" tampoco. La lucha es más interna, es más propia y no nos da un resultado como tal. 

Poco a poco viviré con los miedos, los aprenderé a amar, a abrazar, a recoger, y finalmente, a soltar. Tengo un apoyo inmenso que me tendrá paciencia para sanar y para sobrellevar lo que se avecine más adelante. Los miedos cambian, se olvidan y se superan. Quizá mañana mi miedo más grande vuelva a ser no cumplir mis objetivos, mis metas y mis sueños. Así que, lo único que me queda por decir es que el tiempo apremia. 


Tener cáncer no es una razón para no sonreír algunas veces. Tener cáncer no es una razón para estar sonriente todo el tiempo. Todas las emociones hay que dejarlas salir y cuando las malas emociones parecen no quererse ir, se vale y se necesita buscar ayuda. Buscar ayuda es lo mejor que se puede hacer, que no nos dé miedo reconocerlo. 





 

Comentarios

  1. Mi nena bella, esto también pasará.
    Para cuando el libro?

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Va lento pero seguro. Se necesita creatividad y a veces como que se escapa.

      Borrar
  2. Aún quedan muchos años para transformar está agonía en una anécdota.
    Y los años tienen alas.
    Te quiero.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias anónimo por tus palabras, pero no sé quién me quiere.

      Borrar
  3. Que buenas reflexiones, cada día más orgullosa de ti.



    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Gracias tía. Tu has sido una gran mentora espiritual para mi. Te amo.

      Borrar
  4. Los pueblos nativos que viven en lo que nosotros llamamos la Sierra Nevada de Santa Marta dicen que hacer poco es hacer mucho. Yo creo que hay una gran sabiduría en ello. Sigue bien Daniela

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias. Decirlo es más fácil que aprenderlo, pero ahí vamos, aprendiendo a tropiezos :)

      Borrar
  5. Porque somos humanos sentimos miedo, y lo que nos hace superhumanos es enfrentarlos y no dejarnos vencer por ellos. Te admiro niña hermosa.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, voy en la lucha de aprender a ser ese superhumano, no es sencillo.

      Borrar
  6. Porque somos humanos sentimos miedo, y lo que nos hace superhumanos es enfrentarlos y no dejarnos vencer por ellos. Te admiro niña hermosa.

    ResponderBorrar
  7. Daniela no me conoces yo tuve cáncer de seno tenía 45 años en ese momento y una niña de 7 años, me aferre a Díos y el me ayudó día con día a ven es los miedos uno era el de morir y dejar a mi hija sola, ese era el principal. Miedo al dolor en mis padres y una incertidumbre total en cada sesión de quimio, pero sabes que fue más el susto que lo que realmente fue. Disfruta el día a día, uno a la vez y agradece al Dios por cada nuevo día, por cada persona qu está a tu lado cuidandote, por los doctores y enfermeras, por la provisión y la vida que hasta el día de hoy has tenido. Dios tiene pensamientos de paz para tu vida y todo obra para bien para aquellos que aman al Señor.
    Con mucho cariño Sandra Ramírez.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Sandra, el mayor aprendizaje, creo, es aprender a vivir el día a día. A en verdad vivirlo.

      Borrar
  8. Solo estoy segura que eres una persona increíblemente grande, Dios bendice tu vida día a día, nunca perder la fé creo q eso es lo único que no debemos perder

    ResponderBorrar

Publicar un comentario