Sobre la muerte
Tras sobrevivir otro mes de hospitalización, para completar las fases de consolidación 4, 5 y 6, puedo decir que he aprendido un poco más de mí. El constante malestar físico repercutió un poco más profundo en mi fortaleza mental, que he tratado de cultivar durante estos tiempos difíciles, no solo por la enfermedad sino por el aislamiento causado por la pandemia. Pensé seriamente en la muerte, en sus implicaciones y en su significado. En algún punto llegué a considerar que el sufrimiento causado por el tratamiento era una especie de castigo al que me estaba sometiendo por voluntad propia, solo bastaba con decir que ya no quería más, que era suficiente para que todo fuera mejorando paulativamente. Incluso fui más allá, me convencí de que morir no era tan malo si al final podía decidir dónde y cuándo morir, porque la enfermedad sin el tratamiento es solo una crónica de una muerte anunciada. De algún modo, me sentía preparada para tomar la decisión de pedir el alta voluntaria y descansar en mi casa para mi deceso. Me sentía derrotada, sin embargo dentro de mi mente era válido también darse por vencido y habría sido la primera vez que haría algo así. Por lo general afronto los retos a pesar de su dificultad, puedo patalear un poco en el camino, pero al final lo termino completando y logrando. Esta vez no se sentía así, en verdad me sentía agotada física y mentalmente.
Tuve una conversación con mi pareja, quien nunca desestimó mi sentir y mi decisión y allí organicé mi mente distorsionada por el cansancio. Busqué ayuda profesional, esta vez no de psicólogos, pues siento que durante mi proceso no se interesaron mucho en mi caso, sino de psiquiatras, no porque esperara ser medicada, más bien porque esperaba que alguien viera que esto era en serio, que había pensado en el suicidio y que quería acabar con este sufrimiento. Vino un grupo grande de 4 psiquiatras y me evaluaron, me dieron herramientas para sobrellevar la situación y me confrontaron sobre mi personalidad rígida. Me doy cuenta que me cuesta un poco adaptarme a las situaciones que no espero que sucedan, pienso mucho en el futuro, sobre todo cuando lo que se viene es desagradable. Me dejo consumir por nimiedades como por ejemplo la toma de muestras; tras varios días que fue complicado sacar sangre de mis venas para los laboratorios y tuvieron que pincharme reiteradas veces o hurgarme, me comencé a sentir ansiosa cada vez que se acercaba la hora y mi mente comenzaba a imaginar los posibles desenlaces de la prueba. De hecho, no podía descansar tranquila hasta que pasara el momento de los laboratorios, lo cual era alrededor de la una de la mañana.
Me cambiaron de habitación para estar más cerca al stand de enfermería, por si se me ocurría quizá hacerme daño. Lo cierto es que me dí cuenta que tengo una dicotomía con la muerte. Tengo momentos en que parece que no le temo más, que la abrazo y le digo que cuando quiera es el momento adecuado. Por otro lado, lloro al pensar que me puede alcanzar, que aún no he cumplido muchos sueños, ni superado grandes retos, que apenas he comenzado a vivir. Al final, creo que me he estado preparando para lo que pueda ocurrir. Esta enfermedad es engañosa y traicionera, lo que me permite aguardar el momento. Si muero, era una muerte posible, sin sorpresas, pero con dolores, si sobrevivo, era una posibilidad esperanzadora, una alegría infinita, una espera más larga. Sé que pereceré algún día, pero me gusta pensar que no es ahora. Espero que la muerte aguante un poco más su deseo de llevarme con ella, no siento que sea el momento adecuado o quizá no quiero que sea el momento todavía. De cualquier forma, aquí estoy ahora y eso es lo que importa, lo que pase después será un problema de mañana.
Por último, me siento afortunada de ya no me sentirme tan sola, de compartir experiencias, pensamientos y dolores con otros que logran comprender mejor el sufrimiento, el cansancio y la desolación del tratamiento y la enfermedad. He encontrado en la Fundación Colombiana de Leucemia y Linfoma un amigo y un confidente, una roca más que me ayuda a sobrellevar las situaciones. Por eso, quiero compartirles un vídeo de uno de los integrantes de la fundación e invitarlos a "Un canto por la vida" para recaudar fondos para niños con cáncer. Nos gustaría contar este año con la participación de Fonseca, para que cante junto con Santiago. La difusión que puedan hacer del vídeo utilizando los hashtag #UnCantoPorLaVida #FonsecaCantaConSantiago y etiquetando a Fonseca, puede ayudarnos a hacer este sueño realidad.
Postdata: Agradezco infinitamente a mi familia y a mi pareja por soportar conmigo todo este duro proceso. Por ser mi roca más fuerte y comprender que no siempre estoy alegre y contenta, que tengo momentos que me consumen la esencia. Hoy estoy en mi casa, más tranquila, aguardando por el momento de regresar al hospital para lo que espero sea la última prueba: el trasplante de médula ósea. Tengo sentimientos encontrados con todo lo que ha pasado, pero bueno aún no he respondido la pregunta ¿Para qué yo? ¿Para qué tengo cáncer?
Comentarios
Publicar un comentario