¿Por qué vivir?

Cuando firmé la autorización para que me iniciaran tratamiento con quimioterapia, siendo consciente de los riesgos que traía consigo y de que no tratarme terminaría en mi eventual muerte, lo hice con convicción, no había otra opción si quería curarme y si que lo deseaba con mucho fervor. Hace unos días, quizá como resultado de estar tanto tiempo conmigo y en mi mente, me he venido preguntando ¿está bien querer curarme? ¿Acaso esto no es selección natural? 

Estoy generando más desperdicios de difícil descomposición que los que he generado en un año entre equipos, jeringas, agujas, guantes de látex, bolsas y empaques de medicamentos. La quimioterapia básicamente busca acabar con todas las células de tu cuerpo y no significa que al final no pueda haber una recaída. Es un tratamiento agresivo ¿acaso la naturaleza no nos querría decir que siendo tan agresivo, con tanto daño que produce al medio ambiente, es porque no debería tocarse? Me siento egoísta, siento que mi deseo de sobrevivir está causando daños peores. Viendo que todo en el mundo se rige por ciclos y nosotros somos un superdepredador, las enfermedades deben ser el control de nuestra especie, ¿estamos afectando el ciclo? Eso podría explicar la sobrepoblación en el mundo. 

He visto que parece que nosotros mismo generamos ese autocontrol de la población, las personas matan a otras personas por odio, por rencor, por pasión, por celos, por egoísmo, pero ¿es suficiente? ¿Por qué debería vivir yo? ¿Por miedo? Es cierto, tengo miedo, miedo a que mi familia sufra, a que la gente que me quiere sufra... No sé si deba existir una razón por la que debería vivir, quizá que esta experiencia me lleve a convertirme en alguien más, en alguien que aporte con más fuerza al cambio climático, a ayudar a otros, no sé, ¿debería haber una razón?

He pensado en la muerte y en la vida, en lo que no he disfrutado, en las metas trazadas, en la felicidad que parece que escapó con el diagnóstico, es decir, en el futuro y en el pasado. Sé que la forma más fácil es vivir el presente, sin embargo mi presente es estar aislada en una habitación de hospital conectada a líquidos y recibiendo quimioterapias, recibiendo inyecciones, recibiendo medicamentos, sola, sin compañía y al parecer por al menos un mes más. Las distracciones no parecen ser suficientes para distraer mi mente, no sé cuándo se quebró mi espíritu. Hace poco más de un mes me sentía más valiente, más tranquila, con experiencias aprendidas, con una fortaleza mental invaluable, y ahora, ahora me siento débil, sin espíritu de lucha, con muchas emociones recorriéndome. Lo más sabio es pedir una consulta con el psicólogo, quizá ayude a reordenar mi mente, porque sin ella, es seguro que esto va a ser más duro de lo que ya es.